Nuevas inversiones estatales para potenciar la industria de chips
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La crisis de semiconductores no tiene una solución rápida, ya que se requiere tiempo y grandes gastos de capital para construir nueva capacidad de producción, algo que los fabricantes no pueden hacer de la noche a la mañana. Por ello, los gobiernos de diferentes países están comenzando a realizar fuertes inversiones para acelerar el proceso y, a su vez, mejorar su posición en una industria muy importante para el futuro de la economía.
Cuanto más digitalizada está una sociedad, más dependiente es de la tecnología, y la base de todo está en los chips, especialmente aquellos empleados para el almacenamiento, el procesamiento y la transmisión de la información digital. Pero con el rápido progreso de la transformación digital la industria global no está logrando satisfacer la demanda creciente de chips, y desde el año pasado ha quedado claro que hacen falta más fábricas y fundiciones de silicio, algo que requerirá un tiempo, y muchas inversiones por parte de los fabricantes.
Pero estos no pueden hacer frente por sí solos a un problema que ya ha trascendido al ámbito industria, ya que ciertos sectores económicos se están viendo paralizados por la escasez de ciertos componentes. Para mejorar la situación, las principales fundiciones están modificando líneas enteras de producción de otros chips para fabricar los productos en peores condiciones de escasez, lo que perjudica a otros segmentos que deben cubrir su propia demanda, reduciendo la disponibilidad de componentes para placas base de servidores, discos duros SSD y otras categorías de chips.
La situación está complicándose y, aunque no es insostenible, los fabricantes de los principales países productores requieren más apoyo para superar la crisis. Por ello, ciertos gobiernos han lanzado planes de estímulo económico para la industria de semiconductores, con el finde acelerar la construcción de fábricas y para incentivar la investigación y el desarrollo en campos clave de estas tecnologías.
El ejemplo más claro está en las grandes potencias como Estados Unidos, China, Corea del Sur, Japón o Taiwán, pero otras regiones donde la industria es minoritaria, como Europa, también están tratando de ampliar la capacidad de producción local mediante inversiones en la industria de chips. Los expertos de la Asociación de la Industria de Semiconductores han publicado una relación del estado actual de las políticas de los principales países, que da una muestra de cómo los gobiernos están volcándose en la búsqueda de soluciones para esta profunda crisis tecnológica.
En Estados Unidos el gobierno ha creado un plan que inyectará 52.000 millones de dólares al sector con el fin de revitalizar su industria de fabricación y también la investigación en semiconductores. Pero estos fondos son solo un incentivo, con el que tratan de impulsar la inversión privada, que es la que puede aportar más agilidad a la modernización del sector en el país.
En el caso de China, varios planes del gobierno sumarán inversiones de unos 150.000 millones de dólares, aunque es más que probable que esta cifra crezca en los próximos años, a medida que el estímulo gubernamental incite a las empresas del país a realizar inversiones privadas en desarrollar capacidades de fabricación de chips modernos, en campos como el almacenamiento, el procesamiento de datos para supercomputación o las comunicaciones de banda ancha fija y móvil.
El caso de Corea del Sur es ligeramente diferente, ya que cuenta con los mayores fabricantes de memoria del mundo, sobre todo ahora que SK Hynix va a completar la adquisición del negocio NAND Flash de la americana Intel. Pero el gobierno y la industria local está percibiendo como una amenaza estos incentivos que se están lanzando en los países competidores, y ha desarrollado su propio plan de estímulo para el sector, que combina fuertes inversiones estatales con incentivos para estimular la inversión privada, que los expertos de la SIA cifran en préstamos a largo plazo de 886 millones, inversiones estatales de 1.300 millones y exenciones fiscales por valor de entre 55.000 y 65.000 millones de dólares para los próximos tres años.
Por su parte, la Unión Europea se encuentra a años luz de distancia en lo que se refiere al desarrollo de su propia industria de semiconductores, pero la Comisión quiere impulsar el desarrollo de nueva capacidad de producción en ciertas áreas clave, como es la supercomputación, los chips para la industria automotriz, que en Europa tiene mucho peso, y otras tecnologías emergentes. La SIA destaca los planes de estímulo actuales, que aportarán 35.000 millones de euros para el desarrollo de capacidad europea de fabricación de chips. Y la iniciativa llamada “brújula digital 2030”, que pretende que Europa aumente su participación en la fabricación mundial de chips del 10% actual al 20% para el año 2030, un objetivo muy ambicioso.
Otras regiones donde se están destinando fondos gubernamentales para mejorar la capacidad de fabricación nacional de chips son Japón e India. El primeroes un país tradicionalmente muy vinculado a la industria tecnológica, pero que en las últimas décadas ha ido perdiendo peso en favor de otros como Taiwán, China, Corea del Sur o Estados Unidos. El segundo, es una de las ubicaciones alternativas a China para afincar las fábricas de chips, algo clave desde que la política comercial internacional de Estados Unidos impulsó la mudanza de las operaciones de muchos fabricantes fuera del gigante asiático. En ambos países se esperan nuevos incentivos para empresas locales de esta industria, aunque todavía están por concretar.
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