Los datos en la era de la conducción autónoma
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En la próxima década asistiremos a la expansión de los vehículos autónomos, un nuevo paradigma de transporte en el que los datos serán fundamentales para garantizar la seguridad de los viajeros. Pero también para proporcionar servicios en movilidad da una forma nunca antes vista, algo que genera gran preocupación en cuanto a la privacidad y la protección de los datos personales.
Parta habilitar la conducción autónoma los datos serán fundamentales, y no solo los relativos al estado de la carretera o del vehículo, sino también de los propios viajeros, que deberán ceder información personal a las plataformas digitales de los vehículos, para cosas tan simples como que su coche obedezca la orden de llevarle a casa o al trabajo. Esto suscita mucha preocupación en la industria y entre gran parte de la sociedad, que percibe los mismos problemas de privacidad que generan los actuales servicios digitales y las aplicaciones móviles.
Aunque las voces más optimistas afirman que este mismo año llegarán los primeros vehículos autónomos, los expertos están prácticamente de acuerdo en que durante la próxima década se producirá una convivencia de los diferentes modelos de conducción, y que los vehículos no podrán funcionar de forma completamente autónoma hasta dentro de varios años. En cualquier caso, el ecosistema de datos relacionados con la conducción y los usuarios de vehículos conectados está creciendo, y tanto la industria como los gobiernos y las propias personas deberán ponerse de acuerdo en la forma de tratar la información generada por los coches y sus pasajeros.
La recopilación de datos de los viajeros abarca numerosos campos, desde las cualidades físicas de las personas (peso, edad, etc.) a información digital personal, como quiénes son, a dónde van y por qué, además de los datos relativos a cómo conducen en cada circunstancia (de camino al trabajo, a casa, de vacaciones…). Todo ello es recogido por los sistemas locales del vehículo, pero también acaba en manos de los proveedores de plataformas de conducción autónoma y de servicios asociados, como la navegación GPS o la información sobre puntos de interés, adquisición de productos y servicios y un sinfín de posibilidades que están surgiendo en torno a los servicios al conductor.
Además, por ahora, la información sobre la conducción pertenece al fabricante, y no al conductor, lo que suscita muchas dudas sobre el respeto a la privacidad de las personas que poseen estos vehículos. En un reciente artículo publicado en el medio Data Makes Possible, de Western Digital, elaborado en colaboración con WIRED Brand Lab, Lisa Joy Rosner, CMO de la plataforma israelí de servicios de datos automotrices Otonomo 8, explica que todavía no está claro de qué forma los individuos permitirán o negarán el acceso a los datos. Afirma que “es un desafío que su compañía y otros en la industria aún incipiente están enfocados en resolver, incluso cuando estos vehículos se vuelven más autónomos y recopilen más datos”.
Y, de igual forma que la propia recopilación de datos es un tema por resolver, también lo es la forma en que estos se almacenarán y se transmitirán a las plataformas de terceros, incluidos los propios fabricantes de vehículos o los reguladores nacionales e internacionales del transporte. La cuestión principal es que los propios coches deben contar con sistemas de almacenamiento de alta confiabilidad, que no puedan ser vulnerados por atacantes que accedan al vehículo. Para ello se deberán usar las tecnologías más seguras, pero también que sean capaces de soportar las vibraciones, aceleraciones y las condiciones ambientales cambiantes a que se ven sometidos los vehículos.
Pero, además, es fundamental que las redes de datos empleadas para la transmisión de estos datos ofrezcan las mejores garantías a los usuarios y a los responsables de las plataformas que recopilan datos generados en el entorno de los vehículos autónomos. Todo con el fin de evitar el robo de información, pero también de blindar los vehículos contra cualquier intrusión maliciosa que pudiera afectar a la conducción, ocasionando accidentes o cualquier otro problema. Esto se está mostrando muy problemático, ya que se ha demostrado que aplicando ingeniería inversa a las señales enrutadas a través de una ubicación central llamada Red de área del controlador (bus Can), puede permitir a los ciberatacantes confundir a los sistemas de los vehículos.
Por este motivo es vital que los propios coches cuenten con todos los sistemas de sensorización y montorización necesarios para operar sin necesidad de un regulador externo centralizado, y los datos recogidos del entorno y generados por el vehículo y sus ocupantes deben mantenerse absolutamente seguros en el entorno tecnológico del propio coche. La industria de almacenamiento está trabajando en este campo, y por ahora ya han propuesto varias alternativas de almacenamiento integrado, que pueden ser decisivas para garantizar la seguridad, inviolabilidad y resiliencia de los datos en los coches autónomos.
Y no solo se trata del hardware, sino que se está trabajando en software capaz de garantizar los más elevados estándares de protección. Hasta el momento se trabaja en medidas de seguridad basadas en reglas, pero según los expertos esto solo protege de las amenazas conocidas. Por ello, se hace necesario recurrir a sistemas mucho más avanzados, y las voces más autorizadas apuntan hacia la inteligencia artificial, una tecnología que se está aplicando a los antivirus y otros sistemas de seguridad.
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