Crece el interés por tener los datos dentro de las propias fronteras

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Muchos países están decididos a lograr un mayor control sobre sus datos, para lo que están tratando de que las organizaciones que trabajan con información digital de sus empresas y ciudadanos la almacenen dentro de sus fronteras. Esto es tanto por la privacidad y seguridad de la información como por un interés en apoyar el negocio de la tecnología y los servicios en la nube de proveedores locales, y en los próximos años se verá un incremento en esta tendencia.

Las autoridades de diferentes partes del mundo están cada vez más interesados en lograr una mayor soberanía sobre los datos generados dentro de sus fronteras. El problema viene de que opinan que la información que generan sus ciudadanos, empresas y las administraciones públicas corre el riesgo de acabar repartida en centros de datos de todo el mundo, fuera de su control. Y esto tiene mucho que ver con los proveedores de servicios en la nube, ya que las organizaciones están subiendo la totalidad o parte de sus datos a estas plataformas, que guardan sus datos en instalaciones en regiones muy concretas.

Las zonas más importantes son las dos costas norteamericanas y diversas ciudades de Europa, principalmente Londres, Frankfurt, París y Ámsterdam, donde está la mayor concentración de centros de datos de la región. Mientras tanto, el resto de países están viendo que no solo han perdido el control sobre los datos, sino que se enfrentan a problemas potenciales de control de la privacidad.

Para contrarrestar esta situación se está generando una tendencia hacia una mayor regulación sobre la soberanía y la protección de los datos, cuyo máximo representante es la regulación europea GDPR, que establece que las empresas que utilicen datos de ciudadanos u organizaciones europeas deben almacenar esta información dentro de las fronteras europeas.

Pero esto solo atañe a Europa, y en África, América del Sur, Oriente Medio y diferentes países de la región de Asia-Pacífico están viendo que sus datos acaban repartidos por diferentes instalaciones de todo el mundo. Y esto no solo es un problema para la gobernanza de datos o el cumplimiento normativo, sino que afecta directamente a las industrias tecnológicas de cada país.

Porque si los datos se quedasen dentro del país haría falta una mayor infraestructura de centros de datos y redes de comunicaciones, lo que daría impulso a una industria que podría convertirse en un importante motor económico para cada país. Estas cuestiones se han puesto de manifiesto en la última cumbre del G20, celebrada en japón durante el mes de junio, cuando se puso sobre la mesa una declaración internacional sobre los flujos de datos, que varios países se negaron a firmar.

Esto se debió a que países como India, Indonesia y Sudáfrica, quienes n suscribieron el acuerdo, no pudieron incluir sus preocupaciones ni sus intereses en este documento. Y precisamente son algunos de los más interesados en que se regule mejor el flujo internacional de la información y se acabe con el monopolio de los centros de datos por parte de unos pocos países.

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