En busca del disco magnético del futuro
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Los sistemas de almacenamiento basados en memoria flash están empezando a desplazar a los tradicionales discos magnéticos, pero los científicos aún ven posibilidades en la mejora de esta tecnología, gracias a la investigación de los SMMs.
Los discos duros mecánicos tradicionales se basan en el magnetismo para almacenar datos, y su precisión a la hora de “grabar” la información binaria en la superficie de los propios discos que hay en su interior ha ido incrementándose con el paso de los años. Pero las necesidades de almacenamiento actuales son enormes y no paran de crecer, por lo que se han buscado tecnologías que puedan superar las limitaciones de rendimiento y capacidad de los HDD.
La alternativa que más éxito tiene y tendrá en el futuro parece ser el almacenamiento en unidades de estado sólido (SSD), que emplean chips de memoria flash. Estos “discos duros” son mucho más rápidos, pero su capacidad aún no supera a la de los discos magnéticos, y la industria del HDD está luchando por sobrevivir con la innovación como bandera.
Recientemente, dos de los principales fabricantes de discos magnéticos han presentado los prototipos de sus nuevos HDD de alta capacidad y rendimiento. Empleando sistemas parecidos, que acotan más la superficie del disco a magnetizar para cada unidad de información afirman que aumentarán la capacidad máxima de almacenamiento hasta los 40 Tb en HDD de 3,5” para el año 2023. Pero seis años son muchos y, mientras se ve si estas tecnologías van a poder conquistar una porción del mercado, los científicos interesados en las partículas magnéticas como posible medio de almacenamiento están investigando materiales que podrían revolucionar de verdad el sector.
Se trata de los llamados imanes monomoleculares (SMM, por sus siglas Single-Molecule Magnets). Estas partículas no son imanes propiamente dichos, sino que debido a sus propiedades pueden reproducir en una sola molécula las capacidades magneto-ópticas que se utilizan en la tecnología tradicional de almacenamiento de datos, pero en el espacio que ocupa una sola molécula. Estas sustancias se componen de uno o dos metales (generalmente del grupo de los lantánidos) asociados a un ligando fotocrómico, de forma que las propiedades sensibles a la luz de estos iones permiten el cambio del estado magnético del metal, en dos direcciones.
Esto abre las puertas a la creación de nuevos sistemas de almacenamiento magnético de muy alta densidad, pero la tecnología aún se encuentra en fase de investigación y presenta algunas dificultades antes de poder implementarse en ecosistema tecnológico actual. La principal es que los cambios de estado de estas moléculas se logran a temperaturas extremadamente bajas (-269º C), aunque también se producen problemas por la interacción con el aire y el agua, y por la inestabilidad de determinados compuestos probados hasta ahora.
El primer frente de batalla al que se están enfrentando los investigadores es el de elevar la temperatura a la que se pueden operar estos cambios, y aún es pronto para confirmar la viabilidad de esta tecnología para el sector del almacenamiento. Pero si estas investigaciones dan sus frutos, podrían revolucionar completamente muchas de las tecnologías de almacenamiento actuales.
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